“Cultiva el jardín de tu alma y cosecharás la dicha en cada amanecer.”

La felicidad no es un destino, sino un proceso de cuidado constante. Como un jardinero que atiende sus plantas, debemos nutrir nuestras emociones, pensamientos y relaciones.

El gozo aparece cuando invertimos tiempo y energía en aquello que nos nutre verdaderamente: el aprendizaje, la bondad, la introspección. Es en la siembra de actos de amor y autocompasión donde germina el bienestar.

Cada mañana, al despertar, podremos contemplar los frutos de nuestro empeño, una abundancia de contentamiento.