“El gozo es la brasa que aviva el espíritu cuando la rutina se vuelve ceniza.”

La vida puede presentar desafíos que apagan momentáneamente nuestra chispa interior. Es en esos momentos donde debemos buscar activamente fuentes de gozo que reaviven nuestra esencia.

Imagina una hoguera que se desvanece; basta una pequeña chispa y un soplo de aire para devolverle su calor y luz. De igual modo, un acto de bondad, una pasión redescubierta o un momento de conexión pueden reencender nuestro espíritu y devolvernos el bienestar.

La clave reside en no dejar que la monotonía consuma por completo las brasas de nuestra alegría.