“La verdadera dicha reside en construir instantes de alegría, no en perseguir la satisfacción perpetua.”

Esta frase nos invita a reconsiderar nuestra percepción de la felicidad. No se trata de una meta lejana y constante, sino de una práctica diaria.

No busquemos la perfección en la alegría, sino en apreciar los pequeños momentos de bienestar que nos ofrece la vida. La satisfacción genuina brota de la gratitud por esos instantes fugaces.

• Un café caliente en una mañana fría.
• La sonrisa de un ser querido.
• Un atardecer colorido.

En lugar de enfocarnos en la búsqueda incesante del gozo perpetuo, permitámonos crear y saborear estos instantes de placer, construyendo así una vida plena y significativa.