“La constancia en el labrado de la roca invisible de tus hábitos forja la fortaleza de tu carácter.”

Imagina que tu carácter es una montaña, y tus hábitos son las herramientas con las que la esculpes. La constancia es la que permite que esas herramientas trabajen sin descanso.

Hay hábitos que, como rocas invisibles, son difíciles de percibir o de modificar en un principio. Pero con la aplicación diaria y persistente de la constancia, se van tallando, refinando y fortaleciendo. Es un proceso gradual pero fundamental.

La resistencia a ceder ante la pereza o la inercia, y la firmeza en mantener la disciplina del labrado, son las que finalmente dan forma a un carácter robusto y admirable.