“La constancia es la semilla que, regada por la fe, germina en logros impensables.”

La constancia es esa acción repetitiva, ese compromiso diario que, a primera vista, parece insignificante. Pero, al igual que una semilla, si se siembra en tierra fértil y se riega con la fe en el proceso, su potencial de crecimiento es asombroso. La fe aquí no es religiosa, sino la creencia profunda en la viabilidad de nuestro esfuerzo.

Imagina sembrar una pequeña semilla en un vasto campo. El éxito no es inmediato. Requiere riego constante, paciencia y la convicción de que, bajo la superficie, algo vital está sucediendo. La perseverancia actúa de la misma manera. Cada día de trabajo, cada pequeño avance, es una gota de agua que nutre esa semilla, llevándola a germinar y, eventualmente, a dar frutos que superan nuestras expectativas más audaces.