“La voluntad inquebrantable es el ancla que nos sujeta en las tormentas del desánimo.”

Cuando el mar de la vida se enfurece, con vientos de duda y olas de adversidad, la voluntad inquebrantable actúa como un ancla. No evita la tormenta, pero nos impide a la deriva, manteniéndonos firmes en nuestro propósito mientras esperamos que las aguas se calmen.

Visualiza un barco valiente enfrentando un temporal. Su mástil puede doblarse, sus velas pueden desgarrarse, pero si su ancla es sólida y está bien aferrada al lecho marino, el barco no se perderá. La determinación es esa ancla. Es el compromiso interno que nos permite resistir, saber que, a pesar del caos externo, hay una fuerza interna que nos mantiene unidos a nuestro objetivo. Es la tenacidad en su forma más pura.