“La tenacidad es el eco del alma que no se rinde ante la resonancia del fracaso.”

La tenacidad, esa fuerza interna que emana de lo más profundo de nuestro ser, es el contrapunto silencioso a los ecos de nuestros tropiezos. No es la ausencia de caídas, sino la capacidad de levantarse, una y otra vez, alimentada por una convicción inquebrantable.

Imagina un río que, al toparse con una roca inmensa, no se detiene, sino que la rodea, la desgasta con su fluir constante, encontrando nuevos caminos para alcanzar el mar. Así es la tenacidad: un caudal de voluntad que se adapta, pero nunca desiste.

Es la semilla que, enterrada en la oscuridad del suelo, sabe que la luz la espera, y por eso, con una fe ciega y una determinación férrea, perfora la tierra hasta alcanzar el sol.