
“La roca más dura cede ante el río que no desiste.”
Aquí, la persistencia se personifica en la fuerza incesante de la naturaleza. El río, con su resistencia constante, no busca la fuerza bruta, sino la paciencia del tiempo y la repetición.
Piensa en cómo un río moldea cañones a lo largo de milenios. No es un golpe único, sino el fluir constante, el empuje sereno que poco a poco desgasta la roca más sólida. Es una lección de que la determinación, incluso cuando parece lenta, tiene el poder de transformar lo inamovible.