“La dicha no es un destino, sino el compás que guía nuestros pasos en la travesía vital.”

Esta frase nos invita a redefinir nuestra concepción de la felicidad. A menudo la perseguimos como un objetivo lejano, un estado final a alcanzar. Sin embargo, la verdadera beatitud reside en el proceso mismo, en la forma en que abordamos cada momento.

Imagina un marinero. No espera a llegar a puerto para sentir el regocijo de navegar, sino que encuentra placer en la caricia del viento en su rostro, en la danza del barco sobre las olas y en la observación de las estrellas que marcan su rumbo. De igual manera, debemos hallar el gozo en el ahora, en las pequeñas conquistas diarias y en la serenidad que acompaña a la acción consciente.