“La satisfacción es el eco dulce de un corazón que sabe vivir.”

La satisfacción es el eco dulce de un corazón que sabe vivir.

Un corazón que sabe vivir no busca la intensidad efímera, sino la resonancia constante de la plenitud. Es como escuchar una sinfonía donde cada instrumento aporta su matiz, creando una armonía que perdura mucho después de la última nota. La satisfacción se encuentra en esa conexión profunda con uno mismo y con el mundo que nos rodea.

No se trata de acumular momentos de euforia, sino de cultivar una serenidad interior, un *estar* presente que transforma lo ordinario en extraordinario. Es la dicha silenciosa de ver la vida desplegarse con naturalidad, apreciando la riqueza de cada instante, incluso aquellos que parecen carecer de brillo aparente.