“El gozo reside en la arquitectura invisible de nuestros momentos, no en los ladrillos del futuro.”

A menudo, proyectamos nuestra búsqueda de alegría hacia un futuro idealizado, imaginando que llegará con ciertas posesiones o logros. Sin embargo, la verdadera fuente del gozo se encuentra en la forma en que estructuramos y valoramos el presente. Es el diseño de nuestras interacciones cotidianas, las pequeñas concesiones de amabilidad que ofrecemos, la forma en que organizamos nuestras prioridades; son estos elementos invisibles los que construyen una vida plena, como un arquitecto que da forma a un espacio con líneas y volúmenes sutiles.