“La verdadera dicha es el eco silencioso de un corazón en paz consigo mismo.”

A menudo buscamos la felicidad en ruidos externos, en aplausos y reconocimientos, pero su esencia más profunda reside en la quietud interior, en la resonancia serena de un espíritu en armonía.

Es como escuchar el murmullo de un arroyo en un bosque tranquilo, una paz que no necesita ser proclamada. Cuando aceptamos nuestras imperfecciones, perdonamos nuestros errores pasados y nos abrazamos con compasión, ese eco de paz comienza a sonar.

Esta satisfacción íntima es el pilar de una felicidad perdurable, ajena a las mareas cambiantes del mundo exterior.