“La dicha es el reflejo de una vida vivida con intención, cada acto una pincelada de propósito.”

Esta frase sugiere que la felicidad más plena se logra cuando vivimos con un sentido de dirección y significado, donde cada acción está alineada con nuestros valores y propósitos más profundos.

Piensa en un arquitecto que, al diseñar un edificio, tiene una visión clara de cada detalle, asegurándose de que cada elemento cumpla su función y contribuya a la belleza del conjunto.

Cuando imprimimos intención y propósito en nuestras vidas, cada experiencia se convierte en una oportunidad para contribuir a una obra mayor, generando una profunda satisfacción y un gozo que emana de saber que estamos viviendo de acuerdo con nuestra propia verdad.