“El gozo no se compra, se cosecha en el campo de la apreciación diaria.”

Podemos acumular posesiones materiales, pero el verdadero gozo es un cultivo interno. Se siembra con la semilla de la apreciación por lo que ya poseemos y se nutre con la práctica constante de reconocer la abundancia en lo cotidiano. Es como cultivar un huerto personal que florece sin importar las estaciones externas.