
“El placer verdadero reside en el simple hecho de existir, de respirar este aire, de ser.”
A menudo, buscamos estímulos externos para sentir placer, pero la fuente más primordial y constante yace en la esencia misma de nuestra existencia. El simple acto de respirar, de sentir la vida fluir a través de nosotros, es un don que, si lo reconocemos, nos inunda de una alegría profunda y serena. Es la gratitud por el simple milagro de estar vivo.