“El gozo es un susurro del universo cuando te permites ser tú mismo.”

El gozo genuino aparece cuando nos despojamos de las máscaras y las expectativas ajenas para revelar nuestra esencia auténtica. Es la señal del cosmos de que estamos viviendo en sintonía con nuestro propósito.

Imagina a un niño riendo sin inhibiciones ante la más simple de las maravillas. Esa pureza de placer es un reflejo de la felicidad que emerge cuando permitimos que nuestro verdadero yo brille.

Es como encontrar tu propio ritmo en la danza de la vida; la dicha no se fuerza, se descubre en la libertad de movernos al compás de nuestra propia música interior.