“Donde el apego se ancla, florece un jardín secreto de devoción.”

El apego, entendido como un lazo de afecto profundo y arraigado, no es una jaula, sino la tierra fértil donde la devoción puede echar raíces y florecer. Es en la seguridad de ese anclaje donde el cariño se nutre y se manifiesta en actos de entrega y lealtad.

Piensa en el cuidado constante de un árbol antiguo; su crecimiento firme y su sombra generosa son el resultado de un apego constante a la tierra. De igual manera, el amor verdadero, sostenido por un apego mutuo, crea un espacio íntimo donde la devoción se expresa en acciones diarias, construyendo un "jardín secreto" que solo los dos conocen y disfrutan.