“El amor es la gravedad que nos une, un magnetismo que desafía la distancia.”

Esta metáfora cósmica sugiere una fuerza fundamental e ineludible que rige nuestras conexiones más profundas.

El cariño y el apego que sentimos son como una fuerza gravitacional, atrayéndonos mutuamente. El enamoramiento, en su intensidad, crea un campo de fuerza que supera las barreras geográficas o temporales, manteniendo la unión a pesar de la separación física. La devoción es lo que fortalece este lazo.

Imagina dos planetas orbitando el mismo sol. A pesar de la vasta extensión que los separa, la fuerza del sol los mantiene en una danza cósmica constante. De igual modo, el amor actúa como esa fuerza atractiva, asegurando que, sin importar cuán lejos estemos, siempre seremos atraídos de regreso el uno al otro, unidos por un magnetismo invisible.