“La constancia es el cincel invisible que esculpe las montañas de lo imposible.”

Imagina una montaña colosal, infranqueable a primera vista. La constancia, como un escultor paciente, no usa mazos ni explosiones, sino un cincel diminuto y continuo. Cada golpe, aparentemente insignificante, va desgastando la roca, suavizando sus aristas, hasta que la cumbre, antes inalcanzable, se revela en toda su magnificencia.

Esta tenacidad silenciosa es la fuerza que transforma los obstáculos en escalones. No se trata de fuerza bruta, sino de una firmeza inquebrantable, de una resistencia que florece en la adversidad, recordando que los grandes logros rara vez nacen de un solo esfuerzo titánico, sino de la suma incansable de pequeños actos persistentes.