“La obstinación puede ser un defecto; la perseverancia, una virtud inquebrantable.”

Existe una delgada línea entre la obstinación, que se aferra ciegamente a una idea errónea, y la perseverancia, que mantiene el rumbo con convicción y adaptación. La clave está en la flexibilidad para aprender y ajustar el camino sin perder de vista el objetivo.

La obstinación sería como un carruaje atascado en el barro, girando las ruedas sin avanzar. La perseverancia, en cambio, es la fuerza que saca el carruaje, quizás cambiando de dirección ligeramente o ajustando la tracción, pero siempre progresando.