“Donde flaquea la suerte, florece la firmeza.”

Cuando el azar parece esquivarnos, es nuestra propia firmeza la que toma el relevo, como una semilla resiliente que germina en suelo árido. La vida nos presenta obstáculos, momentos en los que la fortuna parece ausente, pero es en esos instantes donde la resistencia interna, esa convicción arraigada en nuestros propósitos, nos permite seguir adelante.

Imagina un río que, al encontrar una roca en su cauce, no se detiene, sino que la rodea, la erosiona con paciencia o encuentra un nuevo camino. Así es la firmeza: la capacidad de adaptarse y continuar, convirtiendo los impedimentos en parte del viaje, sin claudicar ante la adversidad.