“En la resistencia se forja la resiliencia, en la resiliencia, el camino.”

La verdadera fortaleza no nace de la ausencia de dificultades, sino de la capacidad de resistirlas. Cada vez que enfrentamos un desafío y elegimos no rendirnos, nuestra resiliencia se fortalece, como un músculo que crece con el ejercicio.

Esta fortaleza interior nos permite no solo recuperarnos de los reveses, sino también aprender de ellos, adaptarnos y trazar un nuevo rumbo. Es la antorcha que ilumina la senda cuando todo parece oscuridad, recordándonos que el camino hacia nuestros objetivos está pavimentado con la determinación de seguir adelante, sin importar cuán escarpado sea.