“La resistencia es el arte de doblarse sin quebrarse, como el junco ante la tempestad.”

Frente a las adversidades, nuestra primera reacción puede ser la rigidez, la imposición de voluntad ante lo inevitable. Sin embargo, la verdadera fortaleza se revela en la resistencia, esa capacidad de amoldarse, de ceder sin perder la esencia, como el junco que se inclina ante el viento furioso para renacer erguido tras la calma.

Es la adaptabilidad de quien, al no poder mover la montaña, aprende a caminar a su alrededor, encontrando caminos alternativos. Esta cualidad nos permite aprender de los tropiezos, en lugar de ser sepultados por ellos.

Cultivar la resistencia es nutrir una flexibilidad interior que, lejos de ser debilidad, es la clave para navegar las tormentas de la vida y emerger con una nueva fortaleza, más resiliente y sabia.