“Cada tropiezo es una lección que la determinación transforma en impulso.”

En el camino, inevitablemente caeremos. La determinación no nos inmuniza contra las caídas, sino que nos enseña a levantarnos con mayor sabiduría. Cada tropiezo se convierte en una oportunidad de aprendizaje, una corrección de rumbo que, impulsada por la persistencia, nos acerca más a nuestro destino.

Las civilizaciones que reconstruyeron sus ciudades tras devastadores terremotos son un testimonio de la resistencia humana. No se detuvieron ante la destrucción; con una voluntad férrea, volvieron a edificar, aprendiendo de cada experiencia. La perseverancia es el alma que reconstruye, que se niega a ser abatida por la adversidad.