“No temas la pausa, es en el respiro donde la tenacidad encuentra su nuevo impulso.”

A menudo, la perseverancia se asocia con un esfuerzo constante e ininterrumpido. Sin embargo, la verdadera resiliencia no reside en evitar las pausas, sino en saber utilizarlas. Imagina a un escalador; no asciende la montaña de un tirón, necesita descansos estratégicos.

Es durante estos breves momentos de quietud donde puede evaluar su progreso, reajustar su estrategia y recuperar la energía necesaria para el siguiente tramo. La pausa no es un fracaso, sino una parte integral del camino hacia la meta. Es un momento para recargar, reflexionar y renovar la determinación.

Así que, cuando sientas que la fatiga te invade, no te avergüences de detenerte. Abraza la pausa, aprende de ella, y utilízala como un trampolín para impulsarte aún más lejos. Recuerda que la verdadera fortaleza reside en saber cuándo avanzar y cuándo dar un paso atrás para luego, con renovado vigor, continuar el camino.