“El mar no retrocede ante la roca; simplemente la abraza hasta encontrar su camino.”

El mar no retrocede ante la roca; simplemente la abraza hasta encontrar su camino.

Esta imagen evoca una profunda resistencia, no la de la fuerza bruta, sino la de la adaptación y la paciencia. El mar, con su constancia incesante, no lucha contra el obstáculo, sino que lo rodea, lo desgasta suavemente o lo rodea por completo hasta alcanzar su meta. Es una lección de cómo la perseverancia puede manifestarse en la flexibilidad, en encontrar nuevas rutas cuando la primera se bloquea.

La roca representa los desafíos inamovibles. El mar, nuestra determinación. En lugar de estrellarse contra el muro, aprendemos a rodearlo, a esperar el momento oportuno, a ser como la marea que, lenta pero segura, transforma el paisaje. Es una demostración de tenacidad sutil pero implacable.