“La resistencia es el ancla que sujeta el barco de la esperanza en medio de la tormenta.”

Cuando las olas de la adversidad se alzan y el viento de la duda sopla con furia, es la resistencia, esa capacidad de aguantar y no ceder, la que impide que nuestro barco de la esperanza naufrague. No se trata de evitar la tormenta, sino de tener la fortaleza para navegar a través de ella.

Imagina la raíz profunda de un árbol milenario. Se aferra a la tierra con firmeza, soportando vientos huracanados y sequías prolongadas. Esa tenacidad es su resistencia, lo que le permite seguir erguido, año tras año. Del mismo modo, nuestra constancia en los momentos difíciles ancla nuestra fe y nos permite esperar que la calma regrese.

La determinación de no dejarse arrastrar por la desesperación, la persistencia en mantener la fe en un futuro mejor, son las cadenas que aseguran nuestro navío. Es la resistencia la que nos permite ver el amanecer después de la noche más oscura.