“El amanecer no espera a que el gallo se despierte; tu impulso tampoco necesita un gran aviso.”

Este pensamiento nos ofrece un aliento sutil pero poderoso. Como el sol que irrumpe en el cielo sin pedir permiso, nuestra propia chispa de energía está lista para encenderse. No se trata de esperar el momento perfecto, ese que quizás nunca llegue, sino de reconocer que la capacidad de actuar reside en nosotros, ahora.

Piensa en el primer rayo de luz que atraviesa la oscuridad. No cuestiona su destino, simplemente irradia. De igual manera, tu motivación interna no necesita un guion elaborado. A veces, un pequeño acto, un pensamiento decidido, es suficiente para poner en marcha el motor de tu día. Es un llamado a la acción espontánea, a abrazar el ahora con entusiasmo.