“Sé el arquitecto de tu ánimo, no el prisionero de las circunstancias.”

Nuestra actitud es una obra maestra que construimos día a día. Las circunstancias externas son meros ladrillos; nosotros elegimos cómo ensamblarlos para crear nuestro propio palacio de ánimo, o permitir que se conviertan en los muros de una prisión.

Considera la resiliencia de un árbol que, azotado por el viento, hunde sus raíces más profundo. Ese arraigo es la fuerza que necesitamos para edificar nuestra fortaleza interna. El estímulo no siempre viene de afuera; a menudo, es el eco de nuestra propia voluntad.

El poder de decidir cómo enfrentamos cada momento nos otorga una inspiración sin límites. Hoy, toma el cincel y empieza a moldear la grandeza de tu disposición.