“La paciencia no es espera pasiva, sino un motor silencioso que impulsa el progreso.”

A menudo confundimos la paciencia con la simple resignación, con sentarse a esperar que las cosas sucedan. Pero la paciencia verdadera es un acto de fe activa.

Imagina un relojero afinando un mecanismo complejo. Cada movimiento es deliberado, preciso, y requiere tiempo. No hay prisa, pero sí una constante y minuciosa atención, un progreso gradual que eventualmente dará como resultado la perfección.

Así, la paciencia se convierte en ese motor interno que, sin ruido aparente, te permite seguir avanzando en tu proyecto, confiando en que cada paso, por pequeño que sea, contribuye al resultado final.