“Que el amanecer te traiga el torrente de la voluntad.”
Cada nuevo día es un lienzo en blanco, pero no basta con la luz del alba para pintar la obra maestra de nuestra existencia. Necesitamos esa corriente vital interna, esa fuerza imparable que nos impulsa a levantar la mirada y a seguir adelante, incluso cuando las sombras de ayer se resisten a disiparse.
Este torrente es la voluntad, el motor silencioso que transforma la intención en acción. Es el susurro persistente que nos recuerda nuestro propósito cuando el camino se vuelve incierto. Como un río que, a pesar de los obstáculos, busca su curso hacia el mar, nuestra voluntad nos guía incansablemente.