“Cultiva la disciplina como el arte de honrar tus promesas internas.”

La disciplina no es una imposición, sino un acto de amor propio y respeto por las promesas que te haces a ti mismo. Imagina tu voluntad como un jardín: la disciplina es el jardinero que riega y cuida las plantas, asegurando su crecimiento.

El impulso verdadero surge de la coherencia entre lo que dices que quieres y lo que haces. Honrar tus compromisos internos te otorga una profunda satisfacción y confianza.

Que esta práctica diaria sea tu arte, una forma de esculpir la versión más fuerte y realizada de ti mismo.