“El fracaso de ayer es el abono de tu crecimiento de hoy; riega tus sueños con esa experiencia.”

Los tropiezos no son el fin del camino, sino puntos de inflexión. Cada caída nos enseña el arte de levantarnos con mayor sabiduría y energía renovada. Considera las lecciones aprendidas como el nutriente esencial para el florecimiento de tus aspiraciones.

Piensa en un jardín: las hojas secas y los restos de cosechas pasadas no son desechos, sino materia orgánica que enriquece la tierra. De la misma manera, las experiencias adversas, al ser procesadas y entendidas, se convierten en el impulso vital que nutre tus proyectos actuales, permitiendo que tus sueños germinen con más fortaleza.