“Siembra paciencia en la madrugada, cosecha serenidad al anochecer.”

El tiempo, a menudo impaciente, requiere que cultivemos la calma en nuestros procesos. La semilla de la paciencia, plantada temprano, germina en un fruto de tranquilidad.

Este impulso diario te sugiere que la prisa rara vez mejora la calidad. Piensa en un artesano que moldea arcilla; la lentitud y la atención definen la belleza de la obra. Tu energía dedicada a la paciencia es el abono que permite que la serenidad eche raíces profundas, ofreciéndote un ánimo constante.