
“La inercia es el silencio del alma; rompe su hechizo.”
Como una cascada que no cesa su movimiento, tu espíritu necesita fluir. Quedarse quieto es permitir que la esencia se opacifique, que la vitalidad se desvanezca.
El impulso para liberarte de la petrificación diaria reside en un movimiento, por pequeño que sea. ¿Es leer una página, dar un paseo, o simplemente estirarte? Cualquier acción es un susurro que puede convertirse en un rugido.
Recupera la sintonía con tu propio aliento interno, ese ritmo que te impulsa a explorar, a crecer, a ser.