“Siembra en la quietud de la mañana la semilla de tu logro.”

El alba, ese momento de serena transición, es el terreno fértil para cultivar nuestras aspiraciones. Antes de que el mundo despierte con su clamor, podemos dedicar instantes a la visualización y la planificación, sembrando las intenciones que florecerán a lo largo del día.

Es como un jardinero que, en la calma del rocío, planta cuidadosamente sus semillas. Este acto, silencioso pero profundo, otorga el estímulo necesario para que las metas germinen. El valor de esta introspección matutina reside en la creación de un plan interno, un mapa que guiará nuestros pasos hacia la cosecha de nuestros propósitos.