“En cada pequeño avance reside el secreto del progreso monumental.”

No subestimes el poder de los pasos lentos pero constantes. Son las gotas que, con el tiempo, erosionan la roca más dura.

Piensa en la construcción de una gran catedral. No se erige en un solo día, sino que se forma a partir de incontables piedras colocadas con precisión y paciencia. Tu propio viaje hacia la grandeza se construye de la misma manera. Cada tarea completada, cada habilidad perfeccionada, es un ladrillo más que eleva tu obra.

Este estímulo diario se encuentra en reconocer y valorar esos pequeños triunfos. Son la prueba de que te mueves hacia adelante, ganando impulso, incluso cuando el objetivo final parece distante. Celebra cada avance, por mínimo que sea.