“La felicidad genuina es un jardín interior que florece con el sol de la autocompasión.”

Aspiramos a la alegría, pero a menudo somos nuestros peores críticos. La autocompasión es el acto de tratarnos a nosotros mismos con la misma amabilidad y comprensión que ofreceríamos a un ser querido. Es reconocer nuestras luchas, validar nuestras emociones y perdonar nuestras faltas. Como un jardinero que cuida con esmero sus plantas, al nutrirnos con bondad, creamos un espacio fértil para que la felicidad florezca de manera natural y sostenible.