“La libertad del espíritu es el aire que respira la alegría.”

A menudo nos encadenamos a expectativas, a normas sociales o a miedos autoimpuestos. Estas cadenas, aunque invisibles, nos impiden experimentar la plenitud del gozo. La verdadera felicidad se encuentra en la emancipación de esas ataduras.

Ser libre de ser uno mismo, de expresar las propias ideas y sentimientos sin temor al juicio, es liberador. Es como un pájaro que rompe las rejas de su jaula y se lanza al cielo abierto. Esa libertad, esa autenticidad, es el terreno fértil donde la alegría puede extender sus alas.