“El gozo se amplifica al compartirse, como una melodía que crece en coro.”

La experiencia de la felicidad no es un acto solitario. Cuando compartimos nuestros momentos de regocijo, nuestra dicha se multiplica. Piensa en una risa contagiosa; una vez que comienza, es difícil detenerla, y se extiende a quienes la escuchan.

Compartir una comida deliciosa, celebrar un logro, o simplemente disfrutar de la compañía mutua, crea un lazo invisible que enriquece la experiencia. Es como si la alegría tuviera la cualidad de expandirse, de resonar en otros, y al hacerlo, se fortalece en quien la origina.