“Encuentra el éxtasis en lo efímero, y el alma se vestirá de perpetuo deleite.”

La búsqueda de una felicidad inmutable puede ser un laberinto sin salida. En cambio, abrazar la belleza de los momentos fugaces, de esos instantes que se disuelven como gotas de rocío, nos abre a un deleite constante.

El placer de un atardecer vibrante, la satisfacción de una conversación profunda, la dicha de un abrazo inesperado; estos son tesoros que enriquecen el espíritu. Al valorar lo efímero, invitamos al bienestar a ser parte de nuestro tejido existencial, transformando lo transitorio en una fuente de gozo.