“La plenitud no se mide en posesiones, sino en la profundidad de las conexiones que tejemos con el mundo y con nosotros mismos.”

A menudo confundimos la felicidad con la acumulación de bienes materiales o logros externos. Sin embargo, la verdadera plenitud se encuentra en la calidad de nuestras relaciones y en la conexión con nuestro propio ser.

Es como construir un jardín: no se trata de cuántas herramientas tienes, sino de la calidad de las plantas que cultivas y el cuidado que les brindas. De igual manera, invertir tiempo y energía en nutrir nuestras conexiones humanas y nuestro mundo interior es lo que verdaderamente nos llena de satisfacción.