“La alegría reside en la danza desinhibida de la vida, sin esperar aplausos.”

La alegría genuina no busca validación externa ni se rige por las expectativas ajenas. Es una celebración interna, una danza libre donde el movimiento es para uno mismo, un acto de autoexpresión pura. Piensa en un niño riendo a carcajadas por un juego simple; su alegría es contagiosa precisamente porque no está condicionada por un público, sino que emana de la pura vivencia del momento.