“La felicidad no se encuentra en lo que poseemos, sino en lo que somos capaces de dar.”

La verdadera dicha no viene de lo material. Aunque las posesiones pueden brindar momentos de confort, la verdadera satisfacción proviene de lo que somos capaces de ofrecer a los demás. El gozo surge en la generosidad, en el acto de dar, y no solo en lo que podemos acumular.

El placer de ver a alguien sonreír gracias a un gesto de amabilidad, o la satisfacción de ayudar a alguien en necesidad, son momentos que no se pueden comprar. La felicidad se multiplica cuando se comparte, cuando damos sin esperar nada a cambio.

Por eso, la clave para alcanzar la verdadera felicidad radica en el amor y la generosidad. Cada acto desinteresado siembra una semilla de gozo que crece dentro de nosotros.