“La dicha no se persigue, se cultiva en el jardín del alma.”

La dicha no es un destino al que se llega tras una larga búsqueda, sino una flor que florece en el interior cuando se riega con gratitud y se nutre con momentos presentes.

Imagina tu ser como un fértil huerto. Los pétalos de la dicha se abren cuando permites que la luz del sol del optimismo atraviese las nubes de la preocupación. Cada acto de bondad, cada sonrisa compartida, es una semilla que, al ser plantada con intención, germina en satisfacción profunda.