“El placer es un relámpago fugaz; el gozo, la tormenta que deja el aire limpio.”

No confundamos los destellos momentáneos de placer con la profunda dicha que transforma el paisaje interior. El placer es como un relámpago, brillante y efímero, que ilumina la noche pero no cambia el clima.

El gozo, en cambio, es como una tormenta que, a pesar de su intensidad, purifica el aire, nutre la tierra y deja un ambiente de frescura y renovación. Cultiva esa tormenta interna de satisfacción perdurable, aquella que persiste mucho después de que el trueno se haya desvanecido.