
“La satisfacción anida en la imperfección abrazada”
No buscamos una felicidad inmaculada, sino una plenitud que reconozca y acoja nuestras falibilidades. El verdadero placer reside en aceptar nuestras sombras y luces, creando un mosaico humano auténtico y hermoso. Es como apreciar una obra de arte con sus texturas y variaciones, encontrando su valor en su singularidad, no en su perfección.