
“La dicha no es un destino, sino el eco de cada paso”
La felicidad no es ese punto lejano al que aspiramos alcanzar, sino la resonancia vibrante que acompaña cada acción presente. Es el canto silencioso del alma al descubrir el gozo en el movimiento, en el simple acto de seguir adelante, sin importar la distancia o el camino. Imagina un caminante que, en lugar de fijarse en la cima de la montaña, se maravilla con el aroma de las flores silvestres y la frescura del aire en cada inhalación. Esa es la esencia de esta idea: el placer reside en el tránsito mismo.