“La dicha no es una estrella fugaz, sino el firme resplandor de una constelación interna.”

Esta metáfora contrapone la fugacidad de las alegrías efímeras con la constancia de una felicidad arraigada. La verdadera **satisfacción** es un estado más profundo y duradero.

Imagina admirar el cielo nocturno. Una estrella fugaz es un espectáculo momentáneo, pero las constelaciones, con su luz constante y su patrón reconocible, ofrecen una belleza que perdura. La **felicidad** duradera es como esa constelación: un conjunto de valores, experiencias y actitudes que crean un patrón de **bienestar** en el alma.

Es un **gozo** que se cultiva con el tiempo, no una recompensa instantánea. Es la suma de pequeñas **alegrías** que, al unirse, forman un cosmos de **placer**.