“La verdadera dicha no reside en evitar el dolor, sino en florecer a pesar de él.”

Esta frase nos invita a replantear nuestra concepción de la felicidad. No se trata de una ausencia total de dificultades o contratiempos, sino de la capacidad de encontrar el gozo y la satisfacción interna, incluso en momentos desafiantes.

La vida está llena de altibajos, y pretender escapar de los momentos difíciles es una tarea inútil. En lugar de ello, la verdadera alegría se halla en la resiliencia, en la fortaleza para enfrentar las adversidades y en la determinación para seguir creciendo y aprendiendo.

Piensa en una flor: debe soportar la lluvia, el viento y la sequía para poder florecer en toda su belleza. De manera similar, nosotros también debemos superar obstáculos para alcanzar un estado de pleno bienestar. La felicidad no es un destino, sino un camino que se recorre con valentía y esperanza.